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jueves, 4 de abril de 2013

Evasión Fiscal: Las dos caras de la moneda


El ser humano, por naturaleza, se mueve con base en sus intereses y miedos, involucrando en ambos la parte monetaria. Sus acciones se fundamentan en metas de vida o laborales, propuestas por ellos mismos y sus superiores, dependiendo del caso.
Un claro ejemplo, tanto de la metáfora de la moneda como del establecimiento de objetivos, se encuentra en el tema de la recaudación tributaria, donde encontramos dos partes involucradas: el recaudador -Servicio de Administración Tributaria (SAT)- y el contribuyente. Poniéndonos del lado del SAT, nos encontramos con el órgano responsable de aplicar la legislación fiscal y aduanera, con el fin de que las personas físicas y morales contribuyan proporcional y equitativamente al gasto público. Por tanto, cuenta con una administración general de recaudación, la cual se asegura de que el contribuyente haga frente a la carga tributaria que le corresponde.
Si solo tomamos la cara del recaudador, omitimos que dentro de la propia administración general de recaudación laboran distintas personas, quienes de nuevo involucran sus intereses y miedos. Gran parte de sus miedos se encuentra en la presión impuesta en ellos para alcanzar una recaudación tributaria la cual, más allá de eficiente, es excesiva, supuestamente para disminuir la evasión tributaria y la manipulación comercial.
La presión ejercida por altos mandos en recaudación hacia quienes realmente realizan la labor de cobrar, tiende a ocasionar que la propia autoridad se vea involucrada en actos de presión excesiva y en ocasiones abusiva en contra de los contribuyentes y de personas no inscritas en el Registro Federal Contribuyentes (RFC), sorprendiendo principalmente a quien tiene menor  conocimiento acerca de la contribución al gasto público, es decir, cobrarle más al que menos tiene, como es el caso de las invitaciones para pagar el supuesto impuesto sobre la renta (ISR), omitido en 2009, por depósitos en efectivo, no importando la naturaleza de los ingresos y enviando un "cómodo" plan de pagos en parcialidades.
Tan solo en 2011, el SAT tuvo que enfrentar 3,168 juicios de amparo contra actos interpuestos por contribuyentes, debido al abuso de poder, excesiva recaudación hacia unos cuantos, auditorías "maquilladas" en beneficio de la autoridad y un sinfin de factores.
Gran cantidad de amparos podría verse a la baja si la moneda comenzara a tomar su valor real, sin abusar de la ambición que ocasiona, limitándose a ejercer una presión motivadora cuya iniciativa sea el crecimiento del país. Esa situación -al menos en el año en curso- seguirá brillando por su ausencia, pues durante 2011 la recaudación tributaria en México alcanzó una cifra histórica de 1.4 billones de pesos, generando un mayor interés en el SAT por mantener una política agresiva y enérgica que asegure la tendencia creciente en la contribución al gasto público.
Ahora bien, la autoridad no es el único involucrado en el "círculo ambicioso"; también el contribuyente juega un importante papel en actos ilícitos en el tema de recaudación fiscal. Como bien lo menciona el artículo 31 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es obligación del ciudadano contribuir para el gasto público, tanto de la Federación como del Distrito Federal o del estado y municipio en el cual residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes. Desafortunadamente, tal obligación no se cumple del todo en el país, lo cual se puede demostrar en diversas cifras, como las que señalan que la evasión del ISR en México equivale al 2.4% del Producto Interno Bruto (PIB). Así, el país deja de recibir 2% del PIB por diversas actividades de evasión tributaria.
Asimismo, el uso de facturas falsas para reducir el pago de impuestos ocasiona daños a la autoridad por aproximadamente 16 mil millones de pesos al año. Ambas cifras también nos demuestran en ocasiones la incapacidad del contribuyente para pagar lo que le corresponde de acuerdo con las leyes, debido a la carga impositiva excesiva que generalmente corresponde a los mismos.
Lo anterior origina que el contribuyente tome riesgos excesivos por la evasión a las propias obligaciones, haciendo uso de vías antiéticas, con repercusión para toda la nación y favoreciendo a unos pocos asesores o -mejor dicho- vendedores de estrategias milagrosas que desaparecen la carga tributaria.
Como podemos notar, la actitud de ambos involucrados en esta moneda, causa repercusiones al porvenir de la población en general. Las razones pueden ser distintas y diversas, pero al final entramos en un círculo en que la presión de la autoridad juega el papel más importante. Con el afán de evitar la manipulación y evasión tributaria, esta cae en la implementación de programas de recaudación estrictos y, en ocasiones, excesivos

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